Hilda Monraz
Fue en la pandemia, en el encierro, cuando todas tuvimos que mirar con otras perspectivas y desde nuevos posicionamientos, cuando pensamos en la posibilidad de reunirnos para dialogar sobre las mujeres en la Iglesia Católica. Todo esto de manera virtual y en comunidad, por supuesto. En un inicio fuimos Inés M. Michel, Graciela Abascal Johnson e Itzel Hilario y la que aquí escribe. Así, el 19 de octubre de 2020 creamos un grupo privado en Facebook para agregar a las interesadas, luego de publicar de qué trataría la colectiva. El principal propósito era estudiar a las mujeres que han trabajado dentro y/o por la Iglesia Católica a lo largo de su historia. Sin embargo, con el paso de los meses se fue ampliando y definiendo con más características. La mayoría somos de Guadalajara, pero hay quienes se han unido desde Ciudad de México, Sinaloa, Estado de México, Hidalgo, León y otras latitudes.
En un inicio les propuse a las compañeras hacer charlas virtuales una vez al mes discutiendo algún texto relacionado con las mujeres y la Iglesia Católica. Podía ser desde la historia (en cualquier espacio y tiempo) o desde la sociología, la psicología social, la antropología o cualquier disciplina que manejáramos las integrantes de la colectiva. Tomamos el nombre de Hildegard von Bingen (1098-1179), quien fue una mujer de origen germano que vivió en la Edad Media. Nació en Bermersheim, que pertenecía a lo que en ese tiempo era el Sacro Imperio Romano Germánico, y murió en el monasterio de Rupertsberg, por cierto, fundado por ella, ubicado en Bingen.
Reconozco que fue mi idea poner ese nombre a la colectiva, pues considero que fue una mujer muy importante para el desarrollo de la vida monástica, de las reflexiones teológicas, sociales, musicales, e incluso –o, sobre todo– entorno a las mujeres en su tiempo y trascendiendo muchos siglos después. Es curiosa su posición entre las demás santas. Se supone que tiene tradición de santidad desde que se escribió su primera biografía, pocos años después de morir, pero oficialmente fue el Papa Benedicto XVI quien la canonizó el 10 de mayo de 2012. Ese mismo año, aunque el 7 de octubre, fue nombrada doctora de la Iglesia, distinción que hace alusión a las personas que dejaron legados, obras, documentos trascendentales y que enriquecieron la doctrina católica.
Las demás compañeras estuvieron de acuerdo con el nombre y tomamos a Hildegard como figura destacable. Se incorporaron más mujeres, casi todas de nuestra misma red de amigas, colegas y familiares, y nos fuimos repartiendo temas para debatir, cada una de ellas hablaría desde su experiencia, sus investigaciones o inquietudes. De ese modo, el primer temario quedó así: Yesenia Carrillo con mujeres católicas del siglo XX; Inés Michel con Sor Juana Inés de la Cruz; Paola Mercado con el culto mariano, y Elvira Arroyo con las salesianas, especialmente, Laura Vicuña. Andrea Rosales nos brindó su valiosa ayuda para difundir lo que hicimos en esos primeros meses e invitar a más mujeres.
Otras compañeras que se unieron fueron: Alejandra Díaz, Victoria López, Rosario Morales y Cecilia Reynoso; todas ellas historiadoras. La dinámica continuó y nos continuamos reuniendo una vez al mes, regularmente los últimos jueves de cada mes, de 8 a 9 de la noche. Victoria nos compartió un tema en enero de 2021 sobre “La virgen como símbolo de emancipación: la iconografía mariana en los movimientos feministas” que es parte de su tesis, y de ese modo ejemplifico que hemos tratado todo tipo de tópicos, no solo biográficos, alrededor de las mujeres y la Iglesia Católica. Por su parte, Cecy nos habló de Teresa de Ávila en abril de 2021, y en junio de ese año tuvimos la primera colaboración con otro colectivo católico, el de Teresa de Cepeda y Ahumada, con quienes hemos tenido acercamientos muy enriquecedores y bellos y que se enfocan en el tema de la diversidad sexual en el catolicismo. Nos volvimos a reunir en otro mes de junio con dicha agrupación en encuentros sumamente productivos e inclusive esto nos permitió contactar a otra compañera que se interesó en nuestro trabajo: Mariana Núñez, que le vino a dar el toque de la psicología a nuestra colectiva.
Se unió también nuestra querida teóloga Isabel Huerta, la antropóloga Nohemí López, Marisa Orozco, Noemí Gálvez y Carmen García Tierrafría, lo que dio pie a una etapa muy productiva de charlas con grandes historiadoras que invitamos en 2022. Ejemplos de esto fue la participación de Susana Salazar, quien nos habló de las católicas organizadas en las últimas décadas del siglo XX, y Saúl Espino, quien nos contó sobre su estudio sobre el feminismo católico de los años 70 del siglo XX. También, Isabel Juárez nos compartió sobre “Las instituciones carcelarias para mujeres”, Elizabeth Cejudo nos ilustró sobre las mujeres católicas de Sonora, y Mariana Gómez nos tuvo muy atentas cuando nos presentó la revista María, Liberación del Pueblo, en el contexto de la teología de la liberación, en Cuernavaca. Todas ellas fueron invitadas para que nos relataran sobre sus temas, pero de manera especial sobre sus visiones personales, sus metodologías, qué las llevó a estudiar a las católicas, a la Iglesia Católica y las dificultades que encontraron también. Esto ha sido muy ilustrativo, pues nos ha enseñado los caminos de las mujeres en diversos espacios y nos reconocemos en varias de ellas.
Para 2023 también tuvimos colaboraciones con la colectiva “Vulva la fe”, quienes se definen como “dos morras transitando el camino de la fe. Dialogando con aportes feministas”. Durante esos meses continúamos platicando con las compañeras que se nos fueron uniendo pues nuestro interés era, y sigue siendo, dialogar sobre nosotras, sobre otras mujeres, debatir cuestiones de Fe con una mirada feminista, poner en el centro de la historia a las mujeres ya que incluso en la Iglesia como institución, ellas han sido las que han sostenido costumbres, tradiciones, conocimientos, doctrinas, pero también han intervenido en cambios, reformas, cismas e incluso innovaciones que han favorecido a la Iglesia y a la sociedad en general. No consideramos que sea una colectiva doctrinaria ni confesional, sino un espacio de escucha y de aprendizaje, de abrir preguntas y no necesariamente contestarlas, un lugar seguro.
Muchas mujeres han pasado por esta colectiva, algunas se han quedado desde el inicio, algunas dejaron de asistir a las reuniones, y otras han llegado de maneras inusuales, como Aída Elías Calles, periodista de formación, que nos contactó por redes sociales e interesada en el estudio de Hildegard. Justo ella, la doctora de la Iglesia, la “sibila del Rin”, “la profetisa teutónica”, es quien nos ha unido y a quien le debemos este caminar. Mi esperanza está puesta en la continuidad de esta colectiva, tal vez trascendiendo a la divulgación más abierta de nuestros conocimientos, de nuestras experiencias y de nuestras trayectorias. Porque estamos seguras de que escribimos la historia, no sólo de la Iglesia, sino también de nuestras comunidades, nuestras familias y nuestros espacios, aún a pesar de los intentos de invisibilización. Resistimos y nos unimos.