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“Cristo Gay” ¿Libertad de expresión u ofensa religiosa? 

Manuel Andrade Lobaco

El pasado 29 de junio se celebró la XLVI Marcha del Orgullo en la Ciudad de México. Como es habitual, miles de personas se reunieron para celebrar las diversidades sexogenéricas y el evento se volvió un tema de discusión en redes sociodigitales. Sin embargo, un performance que recreó la crucifixión de Cristo generó  una gran polémica y debate.

Victor Turner propone comprender a los carnavales como un performance cultural[1]. A las Marchas del Orgullo las podemos considerar de la misma manera ya que tienen “[…] un carácter plural, fragmentario y experimental y comprenden expresiones artísticas, literarias, científicas y políticas”[2]. Este evento tiene características lúdicas y antiestructurales. Las calles y avenidas del centro de la Ciudad de México se pintan de los colores del arcoíris para abrir paso a un momento de intersticio social. Es decir, se trata de un espacio y tiempo liminal en el que se visibiliza un modelo alternativo de la sociedad y se admiten infracciones a los valores y normativas sociales sociales acostumbradas[3]. Esto permite la expresión artística, corporal y lúdica de la diversidad de sus asistentes.

No obstante, y visto desde una perspectiva externa, dichas expresiones pueden ser objeto de críticas justamente por las transgresiones a las normas hegemónicas de la sexualidad que se tienen introyectadas. El caso del performanceartístico “Cristo Gay” —que mostró una reproducción queer y sexualizada de la crucifixión de Cristo en una gran cruz amarilla y rodeado de soldados romanos con poca ropa— causó un gran debate en línea por considerarlo una falta de respeto y una burla al cristianismo en general. Incluso, se pudo leer muchos posts de personas reconociéndose como LGBTIQ+, pero deslindándose de este acto ya que “no les representa”.

El vocero de “La Puri”, bar encargado de este montaje durante la Marcha, afirmó a medios que su intención nunca fue ofender a ninguna persona ni ridiculizar a la religión. Dicho establecimiento siempre se ha caracterizado por trasladar el simbolismo cristiano, en específico católico, hacia la cultura cuir mexicana. Por esto, de acuerdo con el vocero, buscaron llevar su temática a las calles y sospechan que la molestia pública fue por la feminización de Cristo[4].

A este suceso le podemos hacer dos interpretaciones. La primera y la más superficial sería que se trató de una crítica hacia el cristianismo institucionalizado que históricamente ha condenado a las disidencias sexogenéricas, pues ha ayudado a cimentar el sistema sexogénero binario y heteronormado característico de las sociedades occidentales[5]. Este reproche se habría escenificado de una manera “irreverente” y satirizada al presentar a un Cristo feminizado y soldados romanos sexualizados. Esto se vería como una ofensa religiosa que no tomó en consideración a las personas LGBTIQ+ cristianas y a las múltiples corrientes del cristianismo que sí aceptan e incorporan a las disidencias sexogenéricas y que promulgan el amor universal de Cristo, quien es un símbolo y eje central en su vida.

Una lectura más profunda la podemos hacer a partir de preguntarnos, ¿por qué un Cristo feminizado es considerado como una burla y una ofensa hacia el cristianismo? El vocero de La Puri nos abre un buen enfoque al sospechar que parte de la incomodidad fue ver a Cristo feminizado. Como Occidente, vivimos en una sociedad de división androcéntrica en que la construcción simbólica de la masculinidad se basa en la ridiculización de lo femenino[6]. Recordemos que el cristianismo se ha construido como una religión patriarcal y androcéntrica en la que se lee a Dios (en su representación unitaria o trinitaria) como masculino y asexual. Esto explicaría la profanación que implica ver estos símbolos corrompidos con elementos sexuales y carnales a los que se les suma una expresión feminizada.

Este análisis no tiene como intención justificar este performance ni el de devaluar o negar las emociones de las personas que se sintieron ofendidas ante este performance pues es comprensible que la figura de Cristo forma parte central de su experiencia religiosas y verla corrompida se traduce no sólo en un insulto para la religión que profesan, sino para su misma identidad religiosa. El propósito de este texto ha sido sumar a la discusión sobre la pluralidad religiosa, la diversidad sexogenérica, el sistema sexo-género y la libertad de expresión.

Fotografía: Gamaliel Islas (@GamalielislasSu). X. https://x.com/GamalielislasSu/status/1808244157385003471.


[1] Turner, Victor. “Carnival in rio: Dionysian drama in an industrializing society”. En, Manning, Frank E., The celebration of society: perspectives on contemporary cultural performance, 103-124. Bowling Green University Popular Press. 1983.

[2] Geist, Ingrid. “Introducción”. En Antropología del ritual. Victor Turner., editado por Ingrid Geist, 5–12. Ciudad de México: Escuela Nacional de Antropología e Historia, 2003, 9.

[3] Turner, Victor. “La antropología del performance”. En Antropología del ritual. Victor Turner., editado por Ingrid Geist, 103–144. Ciudad de México: Escuela Nacional de Antropología e Historia, 2003.

[4] Guadarrama, Armando. “Responsable del “Cristo Gay” de la Marcha del Orgullo LGBT en CDMX defiende el polémico “performance””. infobae, 3 de julio de 2024. https://www.infobae.com/mexico/2024/07/03/responsable-del-cristo-gay-de-la-marcha-del-orgullo-lgbt-en-cdmx-defiende-el-polemico-performance/.

[5] Weeks, Jeffrey. Sexualidad. Paidos México, 1998.

[6] Bourdieu, Pierre. La dominación masculina. Barcelona: Anagrama, 1998.

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