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¿Van por nuestros hijos? Comunismo, conservadurismos cristianos y libros de texto en México

Erick Adrian Paz González[1]

“Abiertamente #Morena ha iniciado el adoctrinamiento socialista”, escribió el 3 de agosto[2] la diputada por el Partido Acción Nacional (PAN) América Rangel junto a un video que subió a la red sociodigital X (antes Twitter).

El día anterior, en dos noticieros estelares en cadena nacional, el de Javier Alatorre[3] y el co-conducido por Otoniel Martínez, Vaitiare Mateos y Leo Arriaga[4], se emitieron opiniones que hablaban del “virus comunista” que el gobierno, también calificado como comunista, buscaba propagar. Dicha declaración se alinea a la postura del dueño de su televisora, TV Azteca, quien abiertamente ha expresado su lucha contra quién identifica con esa ideología[5].

 A quienes hemos visto los nuevos libros, enmarcados en la apuesta de una Nueva Escuela Mexicana (NEM) y que han estado envueltos en críticas de sus contenidos e incluso se les ha señalado errores, nos ha costado ver ese tipo de educación de la que se habla. Pero, para sectores como los conservadurismos cristianos, esto pareciera tener sentido. Y es lo que trataré de analizar en esta entrada.

Otra vez, un fantasma recorre América Latina…

El discurso anticomunista no es nuevo. Se consolida en la propaganda encabezada por Estados Unidos para justificar conflictos contra países de corte comunista, como la URSS en la Guerra Fría (1947 a 1991). Posteriormente, toma forma en la crítica a gobiernos como el cubano o el venezolano, a los que se señalaba la dictadura, la desigualdad, la crisis económica. Sin embargo, hablar de comunismo no es igual que hablar de anticomunismo. El primero ha tenido un recorrido y una mutación tan grandes que se presentan en múltiples formas, con entrecruces con otras ideologías o proyectos políticos, sociales y religiosos, lo que nos impide hablar, primero, de su pureza, después, de su vigencia. En esta línea, aún se cuestiona si actualmente países como China pueden llamarse comunistas pues se habla de propuestas como capitalismo de estado, o si presidencias como la de Fernández (Argentina) o Andrés Manuel López Obrador (México) pueden ser consideradas como tal ya que hasta han perdido el apoyo de diversos grupos de izquierdas.

Pero el anticomunismo actúa de forma contraria. Durante un seguimiento desde la etnografía digital iniciado en 2021 he dado cuenta de cómo esta estrategia se consolida en redes sociodigitales como aquella que ignora estas discusiones y las homogeneiza bajo núcleos discursivos que se pueden sintetizar en:

  • El comunismo es inherentemente malo.
  • Hay una equivalencia en el mundo de las izquierdas. Usan indistintamente los términos comunista, socialista, marxista, progresista y de izquierda ignorando toda distinción teórica o empírica e ignorando sus variaciones.
  • Aseguran que las propuestas que buscan “regalar dinero”, por ejemplo, afirman que las políticas redistributivas o con programas sociales transaccionales son comunistas: fomentan la vagancia y acostumbran a las personas a vivir sin trabajar ya que, aseguran, el comunismo busca que la población no trabaje, no produzca y viva del Estado para que este tenga control total.
  • Crean una relación directa del comunismo con las dictaduras; también, ignoran las dictaduras no comunistas o intentan volverlas equivalentes. Algo similar con otras formas de represión estatal.
  • Sostienen que se difunden agendas ideológicas con toda intención de dañar a la vida, la familia y la propiedad, por ejemplo, se suman a discursos contra la ideología de género, un concepto difuso que en ocasiones se refiere al aborto, en otras al feminismo, en otras más a la diversidad sexogenérica y a la cuestión trans, o bien a la educación sexual. Se trata de un “significante vacío” que se ha vuelto tan poderoso porque adquiere un significado diferente cada vez que se utiliza, pero que puede ser “llenado” de forma distinta según la conveniencia de quien emite e interpreta los discursos.
  • Se acusa al comunismo de querer terminar con la religión y, con ello, con valores que consideran fundamentales. Algunos los llaman valores de occidente, o de hispanoamérica, o simplemente valores familiares, términos usados por grupos no religiosos.
  • Señalan adoctrinamiento ideológico, es decir, que se busca que la población se alinee a elementos precisos que consideran negativos. En ese sentido, ignoran que el adoctrinamiento sucede en todo entorno social y con contenidos diversos y que no es inherentemente bueno ni malo.

¿Por qué los grupos conservadores realizan esta síntesis? Para construir un enemigo al cual atacar. Desde las teorías de la enunciación[6], un enunciador se construye a sí mismo y construye a diferentes destinatarios que recibirán los discursos según lo que quiera provocar en ellos. Los pro-destinatarios son aquellos que ya lo apoyan y de quienes se busca reafirmar o movilizar dicho apoyo, como en los twitts de políticos como América Rangel que hablan a su base ideológica y así buscan viralizarse y generar apoyo a través de la indignación. Los contra-destinatarios son a los que se ataca directamente, o bien, de quienes se sabe que existirá oposición o críticas, como el ejemplo de Salinas que abiertamente ataca a personajes de la vida pública. Y los para-destinatarios son a quienes se busca convencer de una postura, como en los noticieros estelares que buscan: a) convencer que el comunismo según los puntos anteriores existe, por tanto, es malo y hay que combatirlo, b) convencer que el gobierno mexicano y los nuevos libros de texto son comunistas y c) generar pánico para movilizar a los destinatarios hacia algún lado, por ejemplo, apoyar a políticos o movimientos contrarios a la propuesta.

En síntesis, construyen una idea de comunismo para construir otra idea de anticomunismo y así concentrar y movilizar el poder según sus intereses.

Pero… ¿esto qué tiene que ver con los libros de texto?

A finales de julio, la Secretaría de Educación Pública (SEP) presentó la propuesta definitiva de la NEM, un proyecto de reforma de contenidos educativos para educación básica. A pesar de haber recibido una sentencia para detener su distribución[7], la SEP anunció el despliegue de los materiales por todo el país.

Diversos actores y grupos de diversas áreas y disciplinas iniciaron el análisis y crítica de los materiales, desde faltas de ortografía, pasando por imprecisión de materiales gráficos, falta de recursos pedagógicos y de capacitación a docentes, hasta escasez de contenidos o subestimación de disciplinas como matemáticas o historia.

Pero los grupos conservadores cristianos resaltaron el comunismo catalogándolo como un “virus” y acusaron al gobierno de adoctrinamiento y de difusión de ideologías dañinas.

Entre los “argumentos” esgrimidos se señaló el uso del lenguaje inclusivo (con e, del formato “todes”), la presencia de temas de educación sexual como el aparato reproductor y la eyaculación (lo que, asombrosamente, América Rangel y otros relacionaron con la masturbación y la sexualización de las infancias), el reconocimiento de diversidad de familias (principalmente la homoparental, también de otras como la de madre o padre solteros o las familias extendidas), la referencia a episodios históricos y luchas sociales consideradas de izquierda (como las protestas feministas y el las desapariciones de Ayotzinapa) y la articulación de la propuesta en torno a proyectos comunitarios (además de acusar una organización comunista que promueve proyectos no productivos, vagancia, regalo de dinero y contenidos “no necesarios”, ignorando discusiones de décadas acerca de metodologías horizontales para la resolución de problemas sociales).

Es el último punto en que me gustaría centrarme. Uno de los ejes de la NEM es articular conocimientos aplicables y aplicados a lo comunitario, es decir, a reconocerse parte de colectivos con necesidades y características propias. En varias actividades es recurrente incentivar a que las infancias pregunten a la familia y a los vecinos, recorran el lugar en que habitan y reflexionen a partir de la realidad inmediata. Para estos grupos y otros de carácter liberal y pro-capitalista, como en el que se asume Ricardo Salinas, toda propuesta de organización colectiva y de reconocimiento de la diferencia es comunismo porque, burdamente, se opone al individualismo. En el caso del noticiero de Martínez, Mateos y Arriaga se jugó con una falsa equivalencia de que al reemplazar “comunidad de aprendizaje” por “salón de clase” ya se hablaba de una malvada ideología comunista, cuando estas perspectivas vienen de discusiones interdisciplinarias desde los años 80, como la pedagogía crítica o la educación intercultural. En resumen, uno de los principales elementos para identificar y acusar a los libros de texto de comunistas se da por incluir la escucha y atención a necesidades colectivas, la horizontalidad.

Otro punto, de poca presencia, pero con gran resonancia en los grupos anticomunistas, es la cuestión de la “ideología de género”: diversidad de familias, educación sexual, lenguaje inclusivo, feminismos, entre otros. Así, se forma un discurso de gran fuerza y que continúa con estrategias discursiva de años atrás: el pánico moral.

El pánico moral es entendido como el uso de datos falsos, manipulados o exagerados de carácter moral para sembrar pánico en grupos específicos, en los para-destinatarios, y así buscar adhesión a los discursos y a las personas, pues quienes lo difunden se posicionan como dadores de soluciones[8].

De esta manera, generan un pánico moral sencillo y poderoso: el gobierno que, gracias a la NEM y los libros de texto, busca pervertir a las infancias a través de estos contenidos. “Van por nuestros hijos”. ¿Quién, en su sano juicio, no defendería a menores de edad? Lo saben y lo utilizan.

Así, convierten los temas en turno de la “ideología de género” en una amenaza comunista que busca adoctrinar hacia la perversión, incluso hacia la pedofilia. Y esta estrategia les resulta sumamente poderosa pues, nuevamente, ¿quién no protegería a las infancias? El problema no radica solamente en este tipo de acusaciones, que además podemos equiparar a los movimientos contra este tipo de educación dados a inicios del siglo XX, sino en la ausencia de soluciones. Aquella que resuena con más fuerza es la de cancelar todo contenido de educación sexual, lo que no es fácil considerar como una opción.

¿Qué podemos hacer?

Los discursos anticomunistas no son nuevos, por el contrario, han tomado gran fuerza en los últimos años a partir de una idea de comunismo que es construida y respaldada por poderes políticos, económicos y religiosos. Con esto no digo que el comunismo no exista, sino que es tan variado y complejo que no es posible encasillarlo de la forma en que estos grupos lo hacen, pero que discursivamente han hecho con relativa eficacia y con orientación a atacar un proyecto político de forma general.

Es visible en políticos y “periodistas”, en “influencers” y ciudadanos: se critica a los nuevos libros de texto sin un conocimiento profundo de ellos, sino a partir de la idea anticomunista que se ha formado en torno a ellos y de pequeños indicadores que les hacen detonar la alarma. De esta manera se cierran al diálogo, generan y difunden pánico moral, se enfocan en atacar cualquier cosa que les suene a comunismo, aunque no lo sea, y se rehúsan a escuchar opiniones diversas.

Si bien vivimos en una democracia donde toda opinión merece ser escuchada, es necesaria la apertura al diálogo, a las propuestas y a la mejora, algo que muchos de los personajes involucrados en la disputa no hacen pues se centran en desprestigiar y atacar. Sabemos que la propuesta necesita muchas mejoras, necesita retroalimentación, capacitación, correcciones, pero de buscar esto a desacreditar todo un proyecto nacional que se pide a gritos desde los años 80 hay un abismo. Resulta necesario realizar análisis críticos, estudiar y conocer los fundamentos teóricos del comunismo, del anticomunismo, de las pedagogías, de los enfoques interculturales y más antes de emitir opiniones alineados a agendas ideológicas en turno como si fueran verdades absolutas. Aunque a veces se haga sin intención. Es necesario cuidar qué opiniones se replican, porque no siempre el destinatario que las genera lo hace con la intención de ayudar, sino de alimentar sus propios intereses.


[1] Coordinador del grupo de trabajo “Religiones y sociedad. Tensiones, diversidades y movilizaciones en debate” del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Miembro fundador de Intersecciones Religiosas, A.C. (SEMIR). Doctorante en Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

[2] https://twitter.com/AmerangelLorenz/status/1687117023938281473

[3] https://www.youtube.com/watch?v=rVGCndH0njk

[4] https://www.youtube.com/watch?v=r5sGYbuH3Go

[5] https://twitter.com/RicardoBSalinas/status/1687145596476661760

[6] Silvia Sigal y Eliseo Verón, Perón o muerte, 1986, https://www.biblioteca.org.ar/libros/131843.pdf.

[7] https://www.excelsior.com.mx/nacional/juez-da-ultimatum-a-la-sep-para-redisenar-libros-de-texto/1600675

[8] Karina Bárcenas Barajas, «Pánico moral y de género en México y Brasil: rituales jurídicos y sociales de la política evangélica para deshabilitar los principios de un estado laico», Religião & Sociedade 38, n.o 2 (agosto de 2018): 85-118, https://doi.org/10.1590/0100-85872018v38n2cap03; Karina Bárcenas Barajas, «La violencia simbólica en el discurso sobre la ‘ideología de género’: una perspectiva desde la dominación simbólica através del pánico moral y la post-verdad», Intersticios Sociales 21 (2021): 125-50; Javier Treviño Rangel, «Pánico moral en las campañas electorales de 2006», Foro Internacional XLIX, n.o 197 (2009): 638-89.

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