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“Ser la Iglesia en la Iglesia” La participación de las personas católicas LGBT en el Jubileo 2025

David Vilchis-Carrillo

Hace 25 años, el Vaticano reaccionó con fiereza al enterarse de que Roma sería sede del Pride Internacional en el mismo año que celebraría el Jubileo. Además de protestar, inició una retórica abiertamente anti-LGBT que provocaría diferentes movilizaciones en contra del evento. En contraste, el próximo 6 de septiembre, al menos 1300 personas católicas LGBT+ de todo el mundo cruzarán la Puerta Santa como parte de las celebraciones del Jubileo. Este gesto parece pequeño para muchos, pero es revelador de los cambios que poco a poco empiezan a abrirse camino dentro de la Iglesia Católica.

Llegar hasta aquí no ha sido sencillo. Cuando en diciembre de 2024 se hizo público que habría una peregrinación LGBT+ incluida dentro de las actividades oficiales del Jubileo, se desató una intensa polémica. Poco después, el evento desapareció de la agenda sin explicación alguna. Cuando se cuestionó a la instancia responsable, ésta aseguró que no estaba cancelado, pero que debían resolverse “cuestiones logísticas” antes de confirmarlo. Durante meses, el asunto quedó fuera del radar público, pero la maquinaria no se detuvo: La Tenda di Gionata, junto con diversas organizaciones LGBT católicas nacionales e internacionales, emprendió una labor organizativa de proporciones bíblicas, totalmente decidida a garantizar que las personas católicas LGBT+ se presentarían en Roma con o sin invitación oficial.

Finalmente, hace poco, el evento volvió a aparecer en la agenda oficial del Jubileo, aunque de forma discreta, rebautizado como la peregrinación de La Tenda di Gionata y otras asociaciones. Además, se impuso una restricción polémica: quedó prohibida la entrada con banderas arcoíris. Con ello, quedó de manifiesto el notable contraste entre la prudencia calculada de la Curia con la determinación fervorosa de las organizaciones católicas LGBT+.

Entre las múltiples actividades que se han realizado en torno a la peregrinación, La Tenda di Gionata ha compilado y publicado una serie de testimonios de creyentes LGBT+ de todo el mundo, quienes comparten sus sentimientos, experiencias y motivaciones para participar en el Jubileo. Sus palabras revelan un mapa emocional complejo, atravesado por el dolor, la fe, la pertenencia y la esperanza. Al analizarlos, emergen tres ideas recurrentes que marcan el sentido profundo de esta peregrinación: primero, que se busca reconocimiento, no aceptación; segundo, que se reconoce la unidad en la fe compartida y en la Iglesia como madre, y tercero, que el Jubileo es vivido como un momento de reconciliación.

No se puede recibir a quien ya está dentro. Esa la diferencia fundamental entre acogida y reconocimiento. Mientras la primera suele implicar un gesto de concesión, como si alguien externo necesitara ser aceptado o tolerado, el reconocimiento parte de una afirmación sobre la pertenencia que ya está presente. No se trata de abrir la puerta a extraños, sino de visibilizar a quienes siempre han estado ahí, participando activamente en la vida de la Iglesia, aunque muchas veces en silencio. En palabras de Maxwell Kuzma, hombre trans católico: “Tenemos una rica tradición de personas que han vivido su fe y que participaron, en silencio, en la vida de la Iglesia Católica desde los orígenes”.

Hoy, el Jubileo se convierte en un momento clave para señalar públicamente que no se busca un permiso para entrar, sino el reconocimiento pleno de una presencia que siempre ha estado ahí. Expresar, en palabras de Ada, “el deseo de afirmar que «estoy existiendo, estamos allí, existimos», incluso si todavía nos movemos en los márgenes de la visibilidad borrosa [aunque] no por nuestra voluntad.” O en palabras de Angelo, para quien participar en el Jubileo significa “tratar de ser la iglesia en la iglesia. No pedir un lugar, porque en cada familia hay una silla para cada uno y estamos adentro, con nuestras vidas, nuestras relaciones, nuestra fe concreta.” O, como es expresado lacónicamente por Elisa Belotti: “Ya no hablamos solo de bienvenida, sino de reconocimiento y mejora.”

Esta idea también la encontramos en algunos prelados. Por ejemplo, Monseñor Francesco Savino, vicepresidente de la Conferencia episcopal italiana y quien presidirá la misa previa a la peregrinación jubilar, afirmó en una entrevista: “No se trata, pues, de «acoger» a alguien en la casa del Señor, sino de reconocer que todos son ya legítimos habitantes […] Y así, una vez más, el mensaje es claro: en el corazón de Dios, las periferias se convierten en el centro porque solo hay hijos amados.”

Otra de las figuras recurrentes en los testimonios recopilados es la imagen de la Iglesia como madre, hogar o familia. Esta imagen revela las profundas raíces de una fe compartida y un fuerte sentido de pertenencia. Las personas católicas LGBT+ se acercan al Jubileo no como personas extrañas, sino como hijos de la Iglesia, a la que consideran su hogar y su familia, a pesar del rechazo y la exclusión. Ejemplo de ello son las palabras de Angelo: “la Iglesia también es mi familia y mi hogar, incluso cuando me hizo sufrir, incluso cuando escuché más exclusión que bienvenida, incluso cuando el silencio pesaba más que las palabras.”

Así también lo afirman Catia y Stephania, pareja que se conoció en la parroquia y que a la fecha sigue siendo asidua a sus actividades: “sentimos la iglesia como nuestra madre.” En este sentido, Giuseppe caminará “hacia una iglesia [que como] «Madre» […] abra los brazos a su propio hijo.” Por su parte, Yveline, de 68 años, comparte: “la Iglesia Católica es como una familia numerosa, de la que soy parte, con mi identidad personal y, al mismo tiempo, con sus «rasgos familiares».”

Este sentido de pertenencia a la Iglesia es subrayado por integrantes del grupo Kairos, quienes bajo la doctrina del cuerpo vivo que es la Iglesia, reconocen que cada persona tiene un lugar y que, por tanto, “el camino [jubilar] de los católicos LGBT+ y sus familias es una gracia no solo para ellos, sino para toda la iglesia, porque recuerda que la verdadera comunidad está construida en amor e inclusión.”

Estas imágenes de fe, presencia y pertenencia contrastan profundamente con el tono dominante en muchos espacios católicos cuando se habla de temas LGBT+. En las redes sociales, estas conversaciones suelen estar cargadas de comentarios de rechazo e incluso de odio abierto. Para no pocos creyentes, lo LGBT+ sigue siendo percibido como algo extraño a la Iglesia, una entidad malvada que amenaza su identidad. Se acusa a las personas LGBT+ de impulsar una “batalla cultural” y se construye un enemigo común bajo el paraguas de la llamada “ideología de género”. Así, se adopta con frecuencia una postura combativa, marcada más por un espíritu de cruzada que por el amor evangélico que se predica. Lo que muchos no consideran es que lo LGBT+ no es un bloque monolítico ni un proyecto maligno, sino personas con dignidad, muchas de las cuales son creyentes, están en sus familias, en sus comunidades, sentadas en las mismas bancas, escuchando, a menudo en silencio, las cosas horribles que se dicen sobre ellas.

Además, las personas católicas LGBT+ siguen siendo católicas. Buscan cumplir los sacramentos, mantener una vida de oración, siguen tradiciones espirituales y son profundamente devotas. No son agentes que buscan destruir la fe, como a menudo se afirma; por el contrario, abrevan y se nutren de una fe compartida.

Por su parte, la reacción de ciertos sectores católicos es desproporcionada: basta ver cómo algunos se escandalizan al ver una bandera arcoíris en una misa. Un ejemplo relativamente reciente ocurrió durante la Jornada Mundial de la Juventud 2023, en Lisboa, cuando un grupo de manifestantes intentó interrumpir una misa con personas católicas LGBT+ blandiendo crucifijos y rezando el rosario. Este episodio ilustra la brecha entre quienes buscan vivir y compartir su fe en comunidad y quienes, en nombre de la “defensa de la Iglesia”, reaccionan con hostilidad antes que con diálogo. Y, como bien recuerda Elisa Belotti, “la hostilidad, los conflictos y las heridas no ocurren solo en los grandes eventos de la Iglesia, sino a menudo en parroquias y en la vida cotidiana.”

Este rechazo y hostilidad constante implicó para muchos alejarse de la Iglesia. Frente a esta realidad, surgió la necesidad de crear espacios seguros donde la fe y la identidad no estuvieran en conflicto. Así nacieron los numerosos grupos católicos LGBT+ que hoy ofrecen acompañamiento espiritual, celebran la oración en comunidad y generan redes de apoyo que suplen el vacío dejado por las comunidades parroquiales que les habían negado un lugar. Este rechazo también justifica la realización de una peregrinación específicamente para creyentes LGBT+. En palabras de Massimo Battaglio:

Soy de los que, cuando se empezó a hablar de peregrinaciones, me manifesté en contra [pues] si creyera que podría beneficiarme cruzar el umbral de San Pedro, preferiría hacerlo con los amigos de mi parroquia. Es de ellos, de sus diferencias, de sus contradicciones, de la casualidad con la que nos conocimos que estoy aprendiendo a ser cristiano.

Pero entonces miré a mi alrededor. Muchos de los amigos de La Tenda di Gionata son personas que tuvieron que romper lazos con sus parroquias. Estaban viviendo situaciones difíciles; a veces, incluso se les había pedido que se alejaran. Para ellos, el grupo de reflexión y acción sobre la fe y la homosexualidad era la única manera de salvar su fe. ¡Una fe a la que tenían tanto derecho como el amor que sentían por sus compañeros! Para algunos —y no pocos—, estar en grupo en Roma significará: “somos aquellos obligados a unirnos porque nadie más nos quería.” 

Por ello, para muchas personas católicas LGBT+, la peregrinación se vive como un camino de sanación con Dios, con uno mismo y con la propia Iglesia. No se trata únicamente de curar heridas individuales, sino de intentar reparar una relación herida entre la institución y quienes, desde su fe, se reconocen parte de ella. En palabras de integrantes del grupo Kairós:

Para muchas personas LGBT+ y sus familias, la relación con la Iglesia Católica a menudo ha estado marcada por momentos de dolor y malentendidos. Sin embargo, el Jubileo es un momento que ofrece la posibilidad de reparar y encontrar el lugar de uno en la comunidad eclesial. Cruzar la puerta santa se convierte en un gesto profundo, que dice: “Este también es mi hogar”. Es un acto de reconciliación, no solo con Dios, sino con esa iglesia que, a pesar de sus imperfecciones, sigue siendo un lugar de gracia y esperanza.

De forma semejante, Giussepe expresa “Si tengo que describir por qué participo en la peregrinación del Jubileo de personas LGBTQ+ la primera palabra que viene a la mente es la «reconciliación.» […] una reconciliación entre el evangelio de Jesús y la Iglesia Católica.”  Lo cual es una muestra de lo que Ada señala “[el sentido de pertenencia a la Iglesia es más fuerte que su resistencia a darme la bienvenida y que los dictados punitivos y discriminantes de sus ministros.]”

Así, lo que se busca es reconciliarse con la Iglesia, tender puentes, abrir espacios de diálogo y cultivar un perdón mutuo. De esta forma, caminar hacia Roma, cruzar la Puerta Santa y participar en el Jubileo es, para estas comunidades, un gesto cargado de fe y esperanza: la afirmación de que la reconciliación es posible, incluso cuando la pertenencia ha sido cuestionada. Esta búsqueda de reconciliación también ha transformado la propia relación de uno mismo para con Dios, como expresa Héctor Lee, la experiencia de fe lleva a superar la idea de que “Dios me ama a pesar de ser gay” para reconocer, con plena certeza, que “Dios me ama [sin condiciones, limitaciones o restricciones].” Y esta misma convicción se refleja a nivel comunitario; como recuerda Elisa Belotti, los grupos de creyentes LGBT+ se preparan para participar en el Jubileo no “a pesar de” su identidad, sino precisamente “a través de ella”, integrando fe e identidad en un mismo camino.

Así, para estas comunidades, la reconciliación es parte de su camino para integrar la fe y la identidad, afirmando que su presencia en la Iglesia no necesita justificación. Y, de esta manera, el Jubileo será, para muchos, la prueba viva de que la fe no se negocia y que el Espíritu sigue abriendo caminos incluso cuando las estructuras dudan en reconocerlos.

Referencias:

Innocenzo ·. “LGBT+ Jubilee Pilgrimage: Bishop Savino – “It’s not about hosting, but about recognizing that everyone already belongs here” – Progetto Gionata”. Progetto Gionata, 15 de agosto de 2025. https://www.gionata.org/lgbt-jubilee-pilgrimage-bishop-savino-its-not-about-hosting-but-about-recognizing-that-everyone-already-belongs-here/.

“La Tenda di Gionata – Proyecto Gionata”. Progetto Gionata. Consultado el 1 de septiembre de 2025. https://www.gionata.org/es/tienda-sazonada/.

“Pellegrinaggio dell’Associazione La Tenda di Gionata e altre associazioni”. Jubilee 2025. Consultado el 1 de septiembre de 2025. https://www.iubilaeum2025.va/it/pellegrinaggio/calendario-giubileo/pellegrinaggi/pellegrinaggio-associazione-tenda-gionata-altre-associazioni.html.

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