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La Nueva Ruta de la Seda y la práctica del Islam en Xinjiang

Mirely Gómez Vargas[1]

Desde hace algunos años, los medios de comunicación occidentales han girado su mirada hacia la represión que viven las/os/es uigures por parte del régimen chino, la cual se materializa en los campos de reeducación, construidos en puntos específicos de la región, en donde las personas musulmanas son obligadas a dejar de practicar/profesar el Islam. Esto converge con la particularidad de que su capital política (Ürümqi) y su capital cultural (Kashgar) se producen y articulan como centralidades estratégicas para el proyecto capitalista chino de la Nueva Ruta de la Seda.

Estas ciudades son puntos estratégicos que permiten la articulación de los flujos y la acumulación de capital en la totalidad de la Nueva Ruta de la Seda; es decir, son producciones espaciales fragmentadas, diferenciadas y desiguales que se conectan a diferentes escalas (transescalarmente)[2] con otras “esferas” de influencia china que forman parte de este proyecto geopolítico. En el caso particular de Xinjiang, Ürümqi y Kashgar son centralidades que permiten la conexión estratégica de China con Asia Central y Eurasia tanto geográfica, histórica y culturalmente,[3] como estructural y energéticamente, debido a los recursos de la región (petróleo, gas, entre otros).

Uno de los objetivos principales de la Nueva Ruta de la Seda es que se fortalezcan “los intercambios amistosos entre sus pueblos para promover el entendimiento y la amistad entre ellos”.[4] En este sentido, cobra real importancia el Islam sunita prácticado por la población uigur, ya que toda religión es una producción social y, de acuerdo con Durkheim, éstas sustentan un vínculo social y solidario entre sus miembros;[5] es decir, a partir de la religión se construye una identidad socialmente compartida con un linaje creyente y, como consecuencia, a través del tiempo se produce una memoria colectiva religiosa que es creativa y normativa.[6]

Por lo anterior, la articulación de Ürümqi y Kashgar en la dinámica de acumulación capitalista de la Nueva Ruta de la Seda genera no sólo la necesidad de la fragmentación de esos territorios para facilitar los flujos de capital, sino también de las subjetividades y la identidad socio-cultural[7] de la población uigur. La fragmentación identitaria de la población se ha realizado desde sus prácticas/profesiones religiosas a través de dispositivos coercitivos determinados (tal y como sucede en los campos de reeducación) o, incluso, mediante la destrucción creativa de su tiempo social-religioso para generar una pérdida de memoria colectiva religiosa.

Algunas de las medidas fragmentarias tomadas por el Partido Comunista Chino (PCCh) en la región han sido: la represión de la práctica del Islam sunita en Xinjiang y en toda la República Popular durante la década de 1980;[8] desde 2016, la destrucción de, al menos, 24 mezquitas tanto en Ürümqi, como en el Centro Histórico de Kashgar[9] y también la renovación arquitectónica de mezquitas que se encuentran en Ürümqi para poder incentivar el turismo una vez que la Nueva Ruta de la Seda sea una realidad concluida;[10] la “política de sinización” como una medida religiosa, ideológica, legal y burocrática que busca reunificar social y políticamente al país, la cual fue re-aprobada en 2018 por la Asamblea Popular Nacional de China y la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPC);[11] y la política de colonización han[12] en la región que ha producido el aumento de inconformidades sociales y confrontaciones entre las/os/es han y las/os/es uigures, situación que se suma a ataques yihadistas en el territorio por parte del Partido Islámico del Turquestán.[13]

Un elemento importante en el análisis de estas estrategias de fragmentación territorial e identitaria por parte del PCCh, a partir de la destrucción y modificación de mezquitas, es tener en cuenta que éstas son espacios de representación sagrada para la religión y la población musulmana; pero, además, son espacios donde se materializan las creencias religiosas como práctica social y ritual. Esto implica el ejercicio de un poder disciplinar de los cuerpos de las/os/es uigures para evitar que vivan la oración como ritual, entendiendo a la oración como parte del tiempo social-religioso en el Islam. Finalmente, estas estrategias han roto y fracturado la unidad e individualización de las/os/es uigures comprendidas/os/es en una práctica/profesión religiosa que genera identidad; la estrategia del gobierno chino ha sido construir una representación narrativa del Islam como sinónimo de terrorismo, totalmente acorde con uno de los objetivos de la Nueva Ruta de la Seda, pero también con el discurso internacional en torno a la seguridad nacional e internacional.


[1] Egresada de la licenciatura en Relaciones Internacionales por la UNAM. Fue ayudante de Investigador Nacional III y, actualmente, es becaria en la Cátedra Extraordinaria “Benito Juárez” sobre laicidad del IIJ-UNAM y es profesora adjunta en la FCPyS-UNAM. Sus líneas de investigación se encuentran relacionadas con el análisis de las espiritualidades africanas, el fenómeno religioso y su relación con iniciativas sociales y conflictos armados.

[2] Herrera Santana, David, “Geopolítica de la fragmentación y poder infraestructural. El Proyecto One Belt, One Road y América Latina”. Geopolítica(s). Revista de estudios sobre espacio y poder, vol. 10, núm. 1, 2019, p. 41.

[3] Históricamente, la región de Xinjiang se ha visto envuelta en diversos conflictos internos debido al dominio chino. Fue en 1933 que la región alcanzó temporalmente su independencia con la formación de la Primera República del Turquestán Oriental, una de las primeras repúblicas islámicas en ser fundadas.

[4] MFAPRC, President Xi Jinping Delivers Important Speech and Proposes to Build a Silk Road Economic Belt with Central Asian Countries. Pekín: Ministry of Foreign Affairs of the People’s Republic of China, [en línea], 2013, Dirección URL: [ya no disponible], citado por Herrera Santana, David, “Geopolítica de la fragmentación y poder infraestructural. El Proyecto One Belt, One Road y América Latina”. Geopolítica(s). Revista de estudios sobre espacio y poder, vol. 10, núm. 1, 2019, p. 50.

[5] Durkheim, Émile, Las formas elementales de la vida religiosa. México, Colofón, 1968, p. 91.

[6] Hervieu-Léger, Danièle, La religión, hilo de memoria. España, Herder, 2005, p. 201.

[7] Saracho, Federico José, “Sobre la dimensión fractal del espacio: reflexiones en torno a la medida geopolítica del capital”,en Herrera, David, González, Fabian, Saracho, Federico [coords.], Espacios de la Dominación. Debates sobre la espacialización de las relaciones de poder. México, FFyL UNAM/Monosílabo, 2018, p. 69.

[8] Ferrero, Àngel, “Xinjiang, China y los medios de comunicación occidentales”, [en línea], España, Diario El Salto, 2019, Dirección URL: https://www.elsaltodiario.com/china/xinjiang-china-medios-comunicacion-occidentales-Carl-Zha#:~:text=Pero%2C%20despu%C3%A9s%20de%20que%20la,significa%20nuevo%20territorio%E2%80%9D%2C%20relata. [consulta: 15 de diciembre de 2021].

[9] Al-Kahwagi, Abdullah, “China destruye mezquitas y prohíbe el Islam”, [en línea], México, La Voz del Árabe, 2019, Dirección URL: https://lavozdelarabe.mx/2019/12/23/china-destruye-mezquitas-y-prohibe-el-islam/ [consulta: 15 de diciembre de 2021].

[10] Butler, Lawrence E., “Mosques and Islamic Identities in China”, [en línea],  Middle East Institute, 2015, Dirección URL: https://www.mei.edu/publications/mosques-and-islamic-identities-china [consulta: 15 de diciembre de 2021].

[11] Harvey, Thomas, “La sinización de la religión en china. ¿Funcionará imponer la conformidad?”, [en línea], Movimiento de Lausana, Análisis Mundial de Lausana, núm. 5, vol. 8, septiembre 2019, Dirección URL:https://www.lausanne.org/es/contenido/aml/2019-09-es/la-sinizacion-de-la-religion-en-china [consulta: 15 de diciembre de 2021].

[12] El grupo-sociocultural han es mayoritario en China. Cabe mencionar que en 1953, cuando se realizó el primer censo en China, Xinjiang era habitada en su mayoría por uigures (75%), mientras que las/os/es han sólo representaban el 6% de la población total; actualmente la población han representa un poco más del 40%, en contraste al 57% de las minorías socio-culturales en Xinjiang.

[13] Dixon, Robyn, “El nuevo programa de vigilancia de China busca reducir el delito, pero algunos temen que sea mucho más que eso“, [en línea], EE.UU., Los Angeles Times, sección Internacional, octubre, 2018, Dirección URL: https://www.latimes.com/espanol/internacional/hoyla-el-nuevo-programa-de-vigilancia-de-china-busca-reducir-el-delito-pero-algunos-temen-que-sea-mucho-ma-20181028-story.html [consulta: 15 de diciembre de 2021].

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