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“Entre los Vivos y los Muertos: La Cueva de Cincalco, un Portal Etéreo.” Dualidad, Cuerpo y la figura de la cueva en la mitología Mexica

Samantha Osari Angeles Maya

Tanto en el mundo de lo mítico como en el mágico, existen lugares que se han perpetuado en la historia, en el imaginario colectivo y en el latir de una sociedad humana. Estos sitios son resguardados, aunque muchas veces al verlos, no dimensionamos la magnitud de lo que representan para otras personas.

La cosmovisión resignifica el sentido de la vida, pero también de la muerte misma. Esta representa la dualidad entre el vivir y cómo el sujeto se adhiere, a la vez que resignifica, su vida cotidiana dentro y fuera de lo religioso. López Austin menciona que la cosmovisión es:

“…conjunto estructurado de sistemas ideológicos que emana de los diversos campos de  acción social y que vuelve a ellos dando razón de principios, técnicas y valores. Su  racionalidad se enriquece al operar en los distintos campos de acción social. Como la  cosmovisión se construye en todas las prácticas cotidianas, la lógica de estas prácticas se  traslada a la cosmovisión, la impregna” (Austin 1994, 6)

Es así que las cuevas en México son para muchas personas el punto de partida, la puerta, y  una dimensión que divide lo terrenal de lo espiritual. Se tratarían de conexiones con lo místico, con los  dioses, los espíritus y energías que muchas de las veces estas no son palpables ni visibles pero  existen, tal y como menciona Linda Manzanilla: 

“Para los pueblos prehispánicos las cuevas tuvieron una pluralidad de  significados: refugio, sitio de habitación, boca o vientre de la tierra, inframundo,  espacio fantástico, morada de los dioses del agua y los de la muerte, recinto  funerario, lugar de ritos de linaje y de pasaje, observatorio astronómico, cantera.”  (Manzanilla 1994, 59-66)

Las cuevas eran percibidas como sitios sagrados y enigmáticos, vistas como pasajes hacia  otros universos, ubicados en planos de numerosas culturas prehispánicas. Se concebían como lugares de  encuentro entre lo terrenal y lo divino, donde se llevaban a cabo tanto ceremonias como  rituales significativos, en ellas se ofrecían abrigo a nuestros ancestros.

Cincalco, Chapultepec.

El bosque y cerro de Chapultepec, eran habitados desde tiempos antiguos por comunidades agrícolas, quienes los consideraban sagrados. En la cumbre del monte se erigió un templo para las deidades celestiales; Tláloc, el dios del agua, residía en la parte inferior de la pendiente sur. La Cueva de Cincalco, situada en el actual Parque de Chapultepec y conocida en náhuatl como “casa de mazorcas” (Museo Nacional de Historia s.f.), ha sido venerada desde tiempos mesoamericanos ya que se trataba  como un umbral entre el mundo de los vivos y los muertos.

Huémac y los tlaloque

La leyenda de Huémac y los tlaloque, cuenta la historia de un gobernante tolteca llamado Huémac. Este apostó con los tlaloque, quienes eran dioses de la lluvia y acompañantes de  Tláloc, un juego de pelota donde el que ganara, se llevaría plumas de quetzal y  chalchihuites. Huémac ganó el juego y los tlaloque, en lugar de cumplir su promesa, le dieron una caña verde con un elote dentro, símbolo del sustento que el maíz representaba para los toltecas. Huémac rechazó estos objetos, considerándolos de poco valor, lo que se  interpretó como arrogancia y ambición. Dicho acto condenó a su pueblo a la hambruna y la desaparición. Cuatro años después, los dioses pidieron el sacrificio de una niña,  marcando la crisis y desintegración de la civilización tolteca y allanando el camino para el  imperio mexica.

El hogar de Tláloc, Cincalco, era visto como un paraíso de abundancia perpetua. La falta de humildad de Huémac enfureció a Tláloc, quien envió fenómenos naturales para atormentar a los toltecas. Huémac, arrepentido, buscó el perdón de los tlaloque, pero fue en vano.  Finalmente, ingresó a la cueva de Cincalco y, según la leyenda, se quitó la vida para emprender el viaje al Mictlán, el mundo de los muertos, sacralizando el lugar y haciendo de Cincalco un sitio de renovación espiritual y cambio en los hábitos y costumbres religiosas.

El mito de Moctezuma II relata su intento de refugiarse en Cincalco tras la derrota de  Tenochtitlán en 1520. Moctezuma II, recriminado por su pueblo, decidió huir a Cincalco, considerado un portal al Mictlán. Sin embargo, Huémac, presente en la gruta, le negó la  entrada, donde lo obligó a enfrentar su destino.

Referencias.

Austin, A. L. (1998). Tamoanchan y Tlalocan. Fondo de Cultura Económica.

Museo Nacional de Historia. (s.f.). Arqueología. Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec. https://mnh.inah.gob.mx/arqueologia

Manzanilla, L. R. (1994). Las cuevas en el mundo mesoamericano. Ciencias, (36), 59–66.

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