Mónica María Ulloa Gómez
En Costa Rica la tradición religiosa más importante es sin duda la celebración del 02 de Agosto, día de la Virgen de los Ángeles, patrona de Costa Rica desde el siglo XIX y patrona de América desde el siglo XX por designio del Papa Juan Pablo II. En esta tradición se conjugan tres elementos religiosos fundamentales: el culto, el mito y el rito.
Por un lado, el mito que gira en torno a la Virgen de los Ángeles ha fomentado su culto y ritualidad por más de cuatro siglos en la historia costarricense, siendo este el hallazgo de la imagen de “la negrita”. Según el mito, el 02 de Agosto de 1635, Juana Pereira una niña mulata, halló la imagen de la Virgen de los Ángeles encima de una roca, mientras recogía leña en las cercanías de la “Puebla de los Pardos”, sitio habitado por negros y mulatos libres, quienes por su condición étnica y social, vivían a las afueras de la capital cartaginesa. La Iglesia Católica junto con los habitantes del sitio, establecieron una ermita para la adoración de la Virgen y en 1653 se creó la Cofradía de la Virgen de los Ángeles, encabezada por negros y mulatos, pero también participaban españoles y demás ciudadanos de la ciudad de Cartago. El Presbítero e historiador costarricense Manuel Benavides afirma que, es con la Cofradía de la Virgen de los Ángeles, que se inician una serie de festividades para honrar y difundir la devoción por esta, iniciando de esa manera el culto y rito a su santidad.[1]
Según Geo Windergren, «un rasgo que encontramos de continuo es el conservatismo del rito. El sentido de la acción puede cambiar y ser interpretado de distinto modo; la acción en cambio, sigue siendo la misma».[2] Esto es precisamente lo que ha sucedido en la ritualidad de la celebración religiosa de la Virgen de los Ángeles. Hasta la primera mitad del siglo XIX, el culto a la Virgen se caracterizaba por grandes celebraciones en las que confluían tradiciones indígenas, afrocaribeñas y españolas, santas y profanas, que eran aceptadas por los dirigentes católicos.
Su ritual principal establecido desde el siglo XVIII, ha sido la peregrinación o “romería” de los vecinos de la ciudad hacia el Santuario de la negrita, con el objetivo de agradecer a la Virgen los favores y milagros concedidos. Con el paso de los siglos, el culto socio-religioso ha variado, sin embargo, el rito sigue intacto, fortaleciendose dentro y fuera de Costa Rica.
Así, miles de personas de este y otros países caminan hasta la Basílica de los Ángeles entre el 01 y 02 de Agosto con el objetivo de agradecer o pedir un milagro a la Patrona de Costa Rica, pues, como ha afirmado Windergren «el creyente que ejecuta un rito o toma parte en él está convencido de poder unir un sentido al rito».[3] Cada año, las calles cartaginesas están repletas de personas caminando, en sillas de ruedas, descalzas o arrodilladas que llegan hasta el Santuario a dar gracias o pedir un milagro de: sanación, trabajo, educación, fertilidad, entre otros.
El rito no culmina con llegar a la Básilica, este no estará completo hasta que la persona ingrese de rodillas (a excepción que por condiciones físicas deba hacerlo caminando), hasta el frontispicio principal en el que la Virgen de los Ángeles se encuentra custodiada. Llegados a este punto las personas realizan oraciones, plegarias y agradecimientos ante la Virgen para terminar su perigrinación, que bien pudo durar horas, días o semanas, según el sitio desde el que provengan: zonas fronterizas, zonas costeras o montañosas, ciudades principales o visitas internacionales.
El culto a la Virgen de los Ángeles, no solo ha forjado un sentimiento de fe, sino también de identidad social que traslapa todo ámbito espiritual, tal como lo han mencionado Ralph Beals y Harry Hoijer, los rituales y ceremonias, contribuyen a la participación social y a la solidaridad social.[4]
Más allá de los ritos católicos, la celebración se convierte en un espacio de sociabilidad en la que muchas personas se reencuentran y se congregan reforzando lazos sociales, en esta ocasión llamados por el culto a la Virgen. A la par del festejo son televisadas, durante esta semana, por todas las cadenas de comunicación, distintas historias de fe de las personas que acuden a la Plazoleta de la Basílica, dichos relatos calan en la mayoría de costarricenses, impregnando a su vez un aire de divinidad, sumisión y alegría espiritual por toda la ciudad cartaginesa, epicentro de este fenómeno religioso.
[1] Benavides Barquero, Manuel, Los negros y la Virgen de los Ángeles. (San José, 2010)
[2] Windergren, Geo, «El rito», en Fernando Botero y Lourdes Endara, MITO, RITO, SIMBOLO. Lecturas antropológicas.(Quito, Ecuador: Instituto de Antropología Aplicada, 2000), 171.
[3] Ibid, 173.
[4] Beals, Ralph y Harry Hoijer, «Religión», en Fernando Botero y Lourdes Endara, MITO, RITO, SIMBOLO. Lecturas antropológicas. (Quito, Ecuador: Instituto de Antropología Aplicada, 2000).